La respuesta no dejaba dudas: " a partir de mañana."
Al despertarme al día siguiente constaté que una vez más era "hoy", igual que "ayer". Puesto que había comenzado una nueva vida a patir de mañana no podía comenzarla hoy.
"No importa-pensé-. Mañana será también mañana."
Y pasé tranquilamente el día a la antigua. No sólo sin remordimientos de conciencia, sino lleno de buenos sentimientos y reconfortante esperanza.
Pero, por desgracia, el día siguiente era de nuevo hoy, igual que yer y anteayer.
"No es culpa mía-pensé-que algún demonio no pare de cambiar el mañana por el hoy. Mi decisión será irrepochable e irrevocable. Intentémoslo una vez más, acaso el demonio se canse y mañana sea por fin mañana."
Desgraciadamente, no fue así. Seguía siendo hoy y nada más que hoy. Acabé por perder la esperanza.
"Todo parece indicar que nunca llegará ese mañana-pensé-. ¿Y si comienzo la nueva vida no a partir de mañana sino a partir de hoy?"
Sin embargo, en seguida advertí lo absurdo de semejante planteamiento. Porque si hoy se repite invariablemente desde hace tanto tiempo, tiene que ser ya muy viejo, y por tanto cualquier vida hoy también tiene que ser vieja. Una nueva vida sólo es una nueva vida y sólo es posible si comienza de nuevo, osea, a partir de mañana, si es que ha de ser de veras nueva.
Y me fui a dormir con la firme decisión de que a partir de mañana comenzaría una nueva vida.
Porque a pesar de todo siempre tiene que haber un mañana.
{Slawomir Mrozek, Juego de azar.}
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario