miércoles, 1 de abril de 2009

“Esa mierda no es arte”





El arte es un término ciertamente abstracto, como también lo es la belleza. Sin embargo, a veces el arte tiene algo más de objetivo que el concepto anterior, es decir, unos baremos más o menos tangibles para definir lo que es arte de lo que no lo es.

Para ello hay una serie de personas que estudian carreras (hoy en día bastante denostadas, eso sería otra cuestión) en las que tratan de definir, catalogar, clasificar y explicar qué entendemos por arte.

Otra cosa, son los gustos. Es decir, hay gente que sólo tiene gusto por lo clásico, que piensan que lo mejor y lo más bello creado hasta el momento puede ser una pintura de Velázquez, por ejemplo. En su cabeza no cabe equiparar al anterior genio con Duchamp. Que la humanidad tenga diversidad de opiniones es algo maravilloso, el gusto por unas determinadas obras y no por otras. Esto no es algo intrínseco del arte, por supuesto. Sucede en todos los aspectos cotidianos. Vuelvo al ejemplo de la belleza. Una determinada persona puede resultarle tremendamente bonita a otra, cosa totalmente refutable a los ojos de un tercero.

Todo esto sería extrapolable a todos los movimientos artíscos, por supuesto. Lo mismo sucedería si alguien me dice que las composiciones de Llorenç Barber no son arte, que son porquería. Oiga, pues no. Unos lloran escuchando la 5º Sinfonía, y otros oyendo repicar tropecientas campanas en sus respectivos tropecientos campanarios en un nuevo concepto musical. Culturícese. (uy, perdón por el consejo)

Lo que quiero decir, es que hace falta un sustrato más profundo para catalogar una cosa como arte o no arte. Un sustrato educacional, de conocimiento. Si no, deberíamos aventurarnos a decir “ésto no me gusta”, “ésto me parece una porquería”, pero nunca “ésto no es arte”.


De todos modos, no quiero decir que en el arte no existan auténticas tomaduras de pelo. Hoy en día, desgraciadamente, el afán de dinero y notoriedad de algunos artistas y/o galerías y/o promotores del arte hacen que se intente catalogar como tal cosas que no tienen sustentación, y que puramente buscan el sensacionalismo (como dejar morir a un perro de hambre y sed en una exposición). Sensacionalismo, otro cantar. No mezclar churras con merinas, por favor.

Hay que ser muy valiente para catalogar lo que es arte y lo que no desde el desconocimiento y la pura ignorancia. Lo malo, es que muchas veces los humanos tendemos a pensar errónameante que nuestra opinión y nuestros gustos son los únicos válidos y, en consecuencia, la verdad absoluta. Qué equivocados estamos.
Amén.




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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer mismo apareció esa fotografía de Marcel Duchamp travestido en una clase sobre el movimiento Dadá.
estoy de acuerdo.
:)

Santiago Bertault dijo...

La palabra de caos es sabiduría y yo su profeta xd.

*Laura* dijo...

Duchamp está vestido de Rrose Sélavy, su alter-ego.

Aprovecho para mandar un saludoooo a los señores firmantesssss

(enloquecí, finalmente)