sábado, 4 de abril de 2009





Una vez me habló de un joven turista irlandés al que había recogido en el coche cuando iba a un congreso de profesores de literartura cerca de Tivón. Eran las cuatro de la tarde de un lluvioso dia de diciembre, hace un año y medio. Tuvo que encender muy pronto los faros, por la niebla y por lo cortos que son esos días. Justo cuando lo hizo, las luces dejaron ver una esbelta figura con el pelo largo; desde la distancia, parecía una chica al borde de la carretera, con una mochila inmensa, haciendo con el brazo unos ademanes inusuales en este país. Cuando el viajero se sentó a su lado con la mochila empapada sobre las piernas, vio un trozo de tela cosido a lo ancho de la bolsa en la que estaban impresas, en inglés, las palabras "todo lo que necesitas es amor". Ambos, el chico y la mochila, chorreababn agua de lluvia.


La tarde anterior había salido de su casa, en la ciudad de Galway; y durante la noche había cruzado en autoestop la isla de Irlanda; esa mañana había cogido el avión de Dublín a Birmingham, desde donde había llegado, dos horas antes, en un vuelo chárter. Venía a buscar a una muchacha que se llamaba Dafni, que al parecer trabajaba como voluntaria en uno de los kibbutzim de Galilea. No sabía su apellido ni el nombre del kibbutz. Dafni. De Liverpool.

A ella le gustaban los corderos y los espacios abiertos. Soñaba con ser pastora. Él nunca había estado en Israel, pero llevaba un mapa en el que se veía que Galilea no era tan grande. Podía ir de un kibbutz a otro hasta encontrarla. Tenía tiempo de sobra. Y en realidad, según su opinión, la falta de tiempo es una paradoja contraria al secreto de la vida. Si se le acababa el dinero, intentaría que lo contrataran para cualquier trabajo eventual en cualquier sitio, lo que fuera, no le importaba, en casa ayudaba a un carpintero, en Portugal había puesto líneas de teléfono, una vez había actuado en un pequeño cabaret de Copenhague, cantando canciones de folclóricas del oeste irlandés. El que tiene un poco de piedad, encontrará piedad en todas partes.






No digas noche, Amos Oz.




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